Es sábado, 29 de enero de 2022. Estamos en la sala de estudio de los mayores. Sí, son ellos, algunos. No hemos hecho ningún montaje fotográfico. Se han pasado la mañana entera sin pestañear, supermetidos en los libros, sin nadie que les vigile. Es el ritmo de los campeones. Y han venido… ¿por qué han venido? Les estamos transmitiendo con empeño la idea de que «no estudiamos para sacar buenas notas simplemente» (que hoy día se reparten fácil), sino para ser personas cultas, preparadas, maduras y, entonces, santificar el trabajo. No está mal el flash. Y así se configuran los grupos de calidad. Se forman con un grupo pequeño, cuatro o cinco, de los que ya han estudiado anteriormente las cosas y, ahora, quieren entre ellos resolver los problemas más complicados de mates o física, o exponer el tema difícil de historia, o resumir el libro último de literatura. Es un sistema de trabajo para los que ya están preparados, para los que estudiaron con rigor y aspiran a saber más. Su máxima es «al que pueda ser sabio, no le perdonamos que no lo sea«. Vamos a por todas.