El cardenal estadounidense Robert Francis Prevost fue elegido como el nuevo papa. Con una sólida trayectoria pastoral, una larga experiencia misionera en Perú y una destacada labor en la Curia romana, se convierte en el papa número 267 de la Iglesia Católica. Desde el balcón de la Logia de las bendiciones, en la plaza de san Pedro del Vaticano, León XIV hizo un llamamiento por la paz y la justicia, emplazó a construir puentes mediante el diálogo y el encuentro, y pidió fidelidad a Jesucristo para proclamar sin miedo el Evangelio.
Al enterarnos de la noticia por la fumata blanca y, aún sin conocer quién era el elegido, avisamos en las salas de estudio del club que, los que quisieran, podían interrumpir unos minutos el trabajo y acudir al oratorio para dar gracias a Dios y rezar por el nuevo Romano Pontífice. Me parece que la acogida fue al completo. Después, en la medida que se acercaba el momento de dar a conocer en la TV quién era el designado, también muchos quisieron estar presentes en ese momento histórico, rezar por el nuevo Papa y recibir la bendición urbi et orbi.
